Resumen
Con todo, podemos decir que veinte años después, a nivel teórico, el concepto de RSU ha ganado notoriedad, legitimidad y precisión (Vallaeys & Álvarez, 2019). Son cada vez menos los que siguen aferrados a un enfoque parcial de la Extensión universitaria con proyectos voluntarios extracurriculares; cada vez menos los que siguen sospechando que la RSU no es más que gestión empresarial disfrazada; cada vez menos los que siguen refugiándose en el eterno “¡Pero siempre lo hemos hecho! No hay nada nuevo con la RSU”, como para justificar su temor al cambio.
Dicho eso, es preciso constatar que, a nivel práctico, muy poco se ha logrado: los campus sostenibles siguen siendo la excepción, la investigación en y con la comunidad o el aprendizaje servicio no dominan los hábitos académicos en la educación superior. Tenemos mil ejemplos de buenas prácticas dentro de las instituciones, pero ningún ejemplo de una institución que hubiera radicalmente cambiado frente a los patrones de gestión del siglo XIX y XX. A nivel empresarial, existen nuevos modelos organizacionales más radicalmente rediseñados en función de la Responsabilidad Social, como las empresas liberadas, las empresas B, las empresas dedicadas a la economía regenerativa. A nivel universitario, continúa imperando el diseño organizacional tradicional. A los 100 años del grito de Córdoba de 1918, los estudiantes latinoamericanos permanecen con muy poco poder, en unas universidades en las cuales siguen siendo alumnos y no cocreadores de su propio aprendizaje.
Entonces, caemos en la cuenta de que a la RSU le sucede lo mismo que a la economía circular: todo el mundo está de acuerdo con ella, pero nadie logra imponerla en los hábitos de vida. Falta, pues, aprendizaje organizacional y cultura de cambio. Es por eso que publicamos este nuevo Manual de RSU, más centrado en este aspecto crucial: enseñar a las instituciones de educación superior cómo aprender a cambiar, cómo pasar de las buenas prácticas siempre hay y hubo) a las buenas organizaciones (que todavía faltan).
Dicho eso, es preciso constatar que, a nivel práctico, muy poco se ha logrado: los campus sostenibles siguen siendo la excepción, la investigación en y con la comunidad o el aprendizaje servicio no dominan los hábitos académicos en la educación superior. Tenemos mil ejemplos de buenas prácticas dentro de las instituciones, pero ningún ejemplo de una institución que hubiera radicalmente cambiado frente a los patrones de gestión del siglo XIX y XX. A nivel empresarial, existen nuevos modelos organizacionales más radicalmente rediseñados en función de la Responsabilidad Social, como las empresas liberadas, las empresas B, las empresas dedicadas a la economía regenerativa. A nivel universitario, continúa imperando el diseño organizacional tradicional. A los 100 años del grito de Córdoba de 1918, los estudiantes latinoamericanos permanecen con muy poco poder, en unas universidades en las cuales siguen siendo alumnos y no cocreadores de su propio aprendizaje.
Entonces, caemos en la cuenta de que a la RSU le sucede lo mismo que a la economía circular: todo el mundo está de acuerdo con ella, pero nadie logra imponerla en los hábitos de vida. Falta, pues, aprendizaje organizacional y cultura de cambio. Es por eso que publicamos este nuevo Manual de RSU, más centrado en este aspecto crucial: enseñar a las instituciones de educación superior cómo aprender a cambiar, cómo pasar de las buenas prácticas siempre hay y hubo) a las buenas organizaciones (que todavía faltan).
Idioma original | Español |
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Lugar de publicación | Lima |
Número de páginas | 156 |
Edición | 1 |
Estado | Publicada - 2021 |
Publicado de forma externa | Sí |
Nota bibliográfica
Impulsada por: Iniciativa de Innovación Social de CAF - Banco de Desarrollo de América Latina, Centro de Liderazgo, Ética y Responsabilidad Social (CLERS) de la Universidad del Pacífico (Lima, Perú).Con apoyo de: Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM), Chile.